29 dic 2009

Salvo la luz y el calor todo lo que pueda verse y tocarse, oirse, olerse y olfatearse está formado por átomos.

Sabemos que los microbios existen, que están en el aire que respiramos, que abundann aunque muertos por el cloro en el agua que nos manda el INOS, que hay millones de ellos asentados sobre la piel más limpia y que hay una diversificada e innumerable variedad de ellos dentro de nuestras bocas. Sin embargo no podríamos observarlos a simple vista porque sonn muy chiquitos. Una porción de aire y otra de agua saturadas de microbio, se verían tan transparentes como si no tuvieran nada más.


Con esto quiero señalar las grandes limitaciones de nuestros ojos para observar los gérmenes. Es obvio que tampoco nos podrían servir para ver los átomos, tan infinitesimales, que harían falta millones de ellos para constituir una sola bacteria.


El átomo moderno no es hoy la partícula indivisible, presumida por Demócrito hace 25 siglos. Es casi seguro no obstante, que hay una partícula indivisible que sería el punto de partida de la materia. Muchas de ellas se unirían dandolugar a los protones, a los neutrones y a los electrones, que tales son los componentes del átomo descubierto en la segunda década de este siglo. El lector estará pensando que los microbios se pueden ver en los microscopios, pero que el átomo no ha sido captado todavía por la retina humana ni con los poderosos artefactos íopticos que hoy nos da la ciencia.


¿Cómo hicieron entonces los científicos para comprobar la existencia del átomo y de las partículas, que al igual que los duendecillos de los cuentos de hadas no se ven por ninguna parte ? Esta pregunta es contestada en "El Atomo y sus Intimidades", un libro en la que procuro dar una idea del microcosmo, para suscitar vocaciones por la física nuclear y por la química en los estudiantes, convencido como estoy, de que en el porvenir el dominio de estos campos eserá fundamental para todos los pueblos que ya se han quitado el pesado fardo de la ignorancia y el subdesarrollo. ¿De qué modos puede usarse la desintegración atómica para el bienestar humano y sin el alto riesgo de la contaminación?



En la obra digo lo que he aprendido en la respuesta a esta interrogante. Este trabajo ha sido hecho poniendo en primer término al hombre y a la naturaleza. Por lo tanto hablo con la intención de la denuncia de los estallidos belicistas que solo presagian el mal de la humanidad, y pondero las utilizaciones maravillosas que podremos hacer de esta energía, cuando sepamos controlar su inevitable y penetrante contaminación. ¿Qué fundamento tiene la posibilidad de que la radiación atómica indugera mutacione genéticas para formar hormigas blindadas y de tamalos colosales como se ven en ciertas películas truculentas?



Una constestación educativa y orientadora acerca de las bondades y no de los males que en este sentido nos puede dar el átomo, es entregada en el libro, patrocinado por la empres Alcasa, sin más dividendo para mí que los de publicar en espñaol un texto en nque trato de desmenuzar el complejo código de los físicos teóricos, para ponrlo en el cristiano que todos hablamos. Dejo constancia mi gratitud a mi amigo José Miguel Otero por la desinteresada diligencia que desplegó para que la directiva de la expresada empresa asumiera este compromiso; al eficiente y amistoso funcionario de la misma, Willian Riera, que aceleró todo el proceso de la imprenta y ha hecho suya la buena presentación del libro en público.


Como estaba convencido de mi empirismo en la materia tenía graves sospechas sobre el manejo que yo había hecho de esta información, pero las mismas me fueron disipadas por el ingeniero nuclear y Teniente de navío Leancey seguramente, quién en compañia de otros expertos leyó la obra con el ánimo de hacerles las ratificaciones correspondientes. Así tan bien de la prueba que mi examinador me alertó con el prólogo que se inserta en el volumen y con el entusiasmo que me ha ayudado en sus contactos con la Sociedad Venezolana de Ingeniería Nuclear. Por último, debo testimonearles con una gran cuota de cariño, mi reconocimiento a Marianela y a Marlene por las correcciones y los trajines de imprenta que obviamente no habría podido hacerse jamás.


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